miércoles, 19 de agosto de 2009

La intercesión de Sta. María de la Victoria en la reconquista de la ciudad.


Durante el asedio de Málaga, en el campamento cristiano, don Fernando el Católico veneraba la imagen que sería más tarde Patrona de la Ciudad. Se trataba de una bella talla que había recibido del Emperador Maximiliano I, padre del futuro rey de España, Felipe el Hermoso, enviada como regalo desde Flandes. Ante ésta se oró, sin duda, por el triunfo. A Ella se atribuye el éxito de la empresa. Por eso, al pié de la escultura se grabó la inscripción que todavía puede leerse "Santa María de la Victoria".

Según cuenta la tradición en un sueño del rey, un anciano intercedía y pedía ante la Virgen por la consecución de la conquista. Ese mismo día llegaron a las estancias reales unos religiosos enviados por San Francisco de Paula, para pedir el permiso de fundación en España de la Orden de los Frailes Mínimos. Al mismo tiempo llevaban una carta del fundador en la que a modo de profecía indicaba al rey que no levantase el cerco porque en tres días la ciudad caería en sus manos. El monarca entendió su sueño como una revelación divina y reconoció en el anciano a San Francisco de Paula y por tanto que la responsable de la victoria era la imagen de la Virgen que tenía en su oratorio.

El Santuario de la Victoria se erige en el mismo lugar donde estuvo situado el campamento del Rey Fernando.

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